En torno a 1920, Maserati necesitaba un logotipo que garantizase que su nuevo coche destacara entre la multitud. Por eso se decidió que Mario Maserati, el único hermano Maserati que no estaba obsesionado por los motores y que tenía talento artístico, se encargara de diseñar el logotipo de la compañía. Mario se inspiró en la estatua de Neptuno de la Piazza Maggiore, cuyo tridente simboliza fortaleza y vigor. El rojo y azul que acompañan el diseño son los colores de la bandera de la ciudad de Bolonia, donde Officine Maserati estaba ubicada en aquellos tiempos.
Inseparablemente ligado a la marca, el Tridente subraya el estatus exclusivo de los coches de la firma y su identidad como obras maestras de la elegancia, el lujo y el rendimiento deportivo.